Entre risas y llantos
La primera vez en mi vida que entré al baño con el celular, con la precaución de no tenerlo en el bolsillo sino en la mano, el muy traicionero decidió caerse, picar en la tabla, y plosh!
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Con el agravante de que ya había tirado la cadena.
Y si, no me dió tiempo ni a pensarlo, allá fué un exponente de los teléfonos ultradelgados y superlivianos.