La buena fortuna
Hace algunas semanas que me venía encontrando todos los días alguna moneda en la calle. Moneditas de 10 centavos, tampoco una fortuna.
Luego pasé a encontrarlas adentro de mi casa, que eran moneditas mías pero perdidas o de alguien que se sentó y se le cayó del bolsillo. Estas las devolví, que se creen...
Después que dejé de encontrarlas empecé a soñarlas y, como en los sueños las cosas son más fantásticas que en la realidad, en vez de encontrarme una me encontraba, por ejemplo, tres moneditas de diez centavos.
Como dijo mi sobrinito: a mí las moneditas que tiene un uno y un cero, o las que tienen un cinco no me sirven, me sirven de las que tienen un dos y un cinco, o las que tienen un cinco y un cero.
Bueno, yo digo igual, a mí denme de esas moneditas de papel rectangulares que tienen un cinco seguido de un cero. Podría pedir más pero tampoco quiero abusarme de la buena fortuna.
Si todos los días me encuentro una de esas me voy a dar por satisfecha.